viernes, 14 de marzo de 2014

Los efectos del poder de la Industria farmacéutica en la salud mental de las mujeres: ¿una nueva forma de control patriarcal?


En la salud mental podríamos encontrar nuevos ejemplos de cómo el sistema patriarcal puede estar perpetuando la situación de dominio y control sobre las mujeres. En concreto, si nos centramos en los trastornos depresivos, trastornos de ansiedad e insomnio, diversos estudios demuestran la existencia de una mayor prevalencia en el caso de las mujeres. Un informe de la oficina Regional de Europa de la Organización Mundial de la Salud indica que existe una mayor vulnerabilidad a los trastornos psicológicos en las adolescentes europeas. Entre las razones destaca que están sometidas a  mayores situaciones de estrés, violencia, normas culturales y carga de trabajo que los varones, poniendo de relieve que la desigualdad de género es un factor que contribuye a aumentar el riesgo de depresión y otros trastornos en este sector de la población.



Pero, ¿Cómo podría ejercer control el sistema patriarcal sobre la salud mental de la mujer?. La salud de las mujeres, como la de hombres,  está condicionada por el sistema médico existente. En el mundo occidental capitalista las multinacionales farmacéuticas son las que dedican gran parte de su potencial a la investigación de las enfermedades y los fármacos correspondientes para su tratamiento, siendo éstos el principal recurso terapéutico en los sistemas de salud. El tratamiento más extendido a nivel mundial, y en nuestro país, para hacer frente a este tipo de trastornos psicológicos, ha sido siempre el farmacológico. Ansiolíticos, somníferos, antidepresivos u opiáceos se encuentran entre los más recetados.  Tanto ha sido así que, la OCU ha alertado de su elevado consumo en la sociedad española, señalando que una de cada dos mujeres en España ha consumido alguno de estos fármacos para tratar la ansiedad a lo largo de su vida. De hecho,  el perfil de persona típico que consume estos medicamentos es el de una mujer de 34 años, con un nivel de estudio bajo-medio y en situación de desempleo o dificultades económicas. Destacando también que en la mayoría de los casos no se informa acerca de los efectos secundarios o del riesgo de dependencia que pueden ocasionar estos medicamentos.  

Bajo este modelo de salud subyace la idea de que los trastornos mentales vienen determinados biológicamente por desequilibrios en neurotransmisores cerebrales y el psicofármaco iría destinado a corregir esta desviación. El círculo se cierra al comprender cómo se realizan los diagnósticos en salud mental. Para ello se toma como referencia el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría.  La clave está, en que en su elaboración contribuyen distintos comités de trabajo, entre los que cobran una especial relevancia los expertos colaboradores de la industria farmacéutica, de los que sobra decir, que son los responsables de la comercialización de los psicofármacos y los que se enriquecen por ello. De hecho, el auge de la explicación de la enfermedad mental determinada biológicamente coincidió en el tiempo con la introducción de los primeros psicofármacos en el mercado, en la década de los 50, y se consolidó con la aparición del Prozac en los años 80, acompañado de un vertiginoso aumento de los diagnósticos en trastornos mentales. Actualmente, en tan sólo 10 años, el número de personas que consume antidepresivos se ha triplicado y la nueva generación de antipsicóticos se ha convertido en líder de venta mundial, por encima de cualquier otro fármaco para tratar dolencias o enfermedades. 



Por tanto, el sistema médico occidental está enormemente influenciado por los intereses comerciales de las compañías farmacéuticas, que destinan gran parte de su dinero tanto a la investigación de enfermedades como a su tratamiento farmacológico. En el caso de las enfermedades mentales mayoritariamente diagnósticadas a mujeres, para el mantenimiento del sistema se hace necesaria tanto el diagnóstico como el tratamiento posterior, no es casualidad entonces que formen parte de la elaboración del DSM, considerado como la Biblia de la psiquiatría.  Muchos de los estudios que hablan de la vulnerabilidad psicológica de la mujer y ponen el acento en el origen biológico de dichos problemas, estigmatizan a las mujeres enviando un mensaje patriarcal de algún defecto orgánico femenino. Esto sirve de refuerzo también a los mensajes transmitidos por los roles de género tradicionales que hablan de inferioridad de la mujer. Con el consumo de este tipo de medicamentos las mujeres contribuimos a la perpetuación de un sistema que debido a los grandes intereses económicos subyacentes está lejos de cuestionar abiertamente el por qué de esta realidad. De hecho, la medicalización excesiva no sólo se observa en la salud mental, también en la física. La mayoría de los procesos femeninos ha sido objeto de esta explotación comercial que señala trastornos o problemas en aspectos naturales como la menstruación, el embarazo, el parto o la menopausia. 




Sin embargo, una buena noticia es que toda esta comercialización de la salud mental ha comenzado a recibir fuertes críticas, con detractores incluso dentro de la propia psiquiatría, aunque no se centran en las repercusiones particulares del caso de las mujeres. Entre los críticos se encuentra el psiquiatra Daniel Carlat que denuncia la fuerte alianza de la psiquiatría y la industria farmacéutica: "La psiquiatría considerada como una disciplina científica, siendo una rama de la medicina y bajo su modelo de atención, permite ver a más pacientes en menos tiempo, aumentando el rendimiento económico ".

Otros estudios, como la investigación llevada a cabo por Irving Kirsch y su equipo, han demostrado que el placebo y la psicoterapia son mejores que los antidepresivos para el tratamiento de la depresión, alcanzando un nivel de eficacia del 82% y autores como Héctor González Pardo y Marino Pérez Álvarez denuncian, en su libro "La invención de los trastornos mentales", la tendencia a la psicopatologización debido a los intereses de la industria psicofarmacéutica, que con sus campañas de sensibilización a la población ha sido eficaz en "informar" a la gente de que ciertos problemas de la vida (y a veces ni siquiera) son trastornos o, incluso, enfermedades que, curiosamente, se remedian con medicación. Por último, especial relevancia tienen los estudios realizados por Robert Whitaker sobre los efectos secundarios de estos medicamentos. Este autor destaca que el consumo continuado de psicofármacos causa daños cerebrales a largo plazo, ya que provocan que el cerebro empiece a funcionar de manera cualitativa y cuantitativamente diferente a su estado normal. Por ejemplo, en el tratamiento de la depresión un consumo prolongado de antidepresivos podría ocasionar un episodio de manía, que volvería a ser tratado con un nuevo cóctel de fármacos que harían cambiar el diagnóstico de depresión a trastorno bipolar. Destaca también consecuencias como la atrofia cerebral, la dependencia y los efectos rebote en su retirada que se pueden confundir con recaídas de la enfermedad. 

Ante esta situación, en España la OCU solicita más terapia psicológica y menos medicación en los tratamientos de ansiedad y depresión. Aunque mucho tienen que cambiar las tornas en nuestro país, ya que la asistencia psicológica por la SNS es una asignatura pendiente y no permite muchas veces dedicar a las y los pacientes el tiempo necesario. Si a esto le añadimos el perfil mayoritariamente femenino con escasez de recursos económicos, se pone de relieve la indefensión psicológica de numerosas mujeres que de nuevo recurrirán al fármaco que se receta desde Atención Primaria, en muchas ocasiones sin necesidad de acudir al especialista en Psiquiatría.



Esmeralda Fernández González
Psicóloga colegiada con acreditación sanitaria
Terapeuta Familiar acreditada por la F.E.A.T.F
Máster en Asesoramiento y Orientación Familiar por la USC







4 comentarios:

  1. Están cada día más paranoicas las feministas de pacotilla estas. Yo soy hombre y tuve y tengo los mismos y más graves problemas aún y sigo luchando, dejensé de llorar un poco y salgan a buscar curro. Viven despotricando contra el hombre y viven diciendo el hombre esto y el hombre aquello, y toda la mierda que es el hombre y bla bla bla, pero bien que ven una polla gorda y se la comen a cuatro manos, juajuajua hipócritas!!!

    ResponderEliminar
  2. ALGUIEN QUE HABLA ASI NI SIQUIERA ES HOMBRE ES UNA COSA ASQUEROSA Y LA PODES TENER GORDA O FLACA Y DE SEGURO MUY POCA COSA Y CHIQUITA Y DE ADORNO!! ASIQUE SEGUI DE PUÑETAS Y QUE TE DEN!! SEGURO LO DISFRUTARAS MUCHO!!

    ResponderEliminar
  3. José Morales, no voy a entrar en las descalificaciones que has usado xk tú solo te delatas. Sin embargo, te recomiendo que leas, que te informes y que comentes desde el respeto y la humildad. Recuerdo que en mis clases de epidemiología k hice durante la carrera, l profesor advertía que los estudios se centraban en el hombre y esto, tiene muchas consecuencias. Una de ellas puede ser la medicalización extrema, sin control, sin pruebas de sus efectos, etc. No sé cuales son tus problemas pero, por suerte para mi, dudo que tengamos los mismos (como mínimo de salud mental). Salud!!

    ResponderEliminar

Gracias por participar en 12 Causas Feministas. Puedes seguirnos en las Redes Sociales.